Conocí las obras de Alfonso Mateo Sagasta gracias a esta novela y a un encuentro con el autor organizado por el Grupo Literario Aldaba con ocasión del IV Centenario del Quijote de Avellaneda celebrado en la localidad de Argamasilla de Alba en el 2014 ( esta reseña la hago años después cuando me ha dado por hacer un blog de libros que seguro no llegaré a actualizar nunca).
“Ladrones de tinta” es una mezcla de novela histórica, novela policiaca y algo de novela picaresca. Una increíble aventura en el Madrid del Siglo de Oro español, repleta de ironías, y retratando con maestría la política, costumbres, sociedad y la vida diaria de Madrid, y de los círculos literarios de la época. Es curioso descubrir a través de este autor las rivalidades que había entre las "plumas" más importantes de esta época.La trama: Isidoro de Montemayor, un hidalgo pobre y con un humor muy sarcástico tiene el encargo de descubrir la verdadera identidad del autor de la falsa segunda parte de El Quijote. Para buscar a Alonso Fernández de Avellaneda se codea tanto como con la flor y la nata de la sociedad como con gente de lo más sencilla y pobre. La trama es interesante y emocionante pues va trazando diferentes líneas de investigación, yendo de sospechoso en sospechoso, dando argumentos y razones de por qué puede ser cada uno de ellos. Entre las páginas vemos a personajes como Lope de Vega, Tirso de Molina, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora, el propio Cervantes...
Frases destacadas:
"Fui un ingenuo- dijo al fin- Confié en que Cervantes me entregaría pronto la segunda parte, y con este reclamo, pensaba vender juntos los dos volúmenes. No sé por qué me fie. (...) Y ahora esto.
Yo miré el papel sin acabar de comprender.
-Ese tal Avellaneda, un hijo de mala madre, acaba de publicar un libro que se titula... adivina.
-Ni idea- respondí alzando los hombros con desgana. Si esperaba a que lo adivinase podíamos pasar allí toda la noche.
-La Segunda parte del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha- dijo casi escupiendo las palabras.
-¿En serio?
-¿Acaso ves que me ría? " (pág. 35)
Yo miré el papel sin acabar de comprender.
-Ese tal Avellaneda, un hijo de mala madre, acaba de publicar un libro que se titula... adivina.
-Ni idea- respondí alzando los hombros con desgana. Si esperaba a que lo adivinase podíamos pasar allí toda la noche.
-La Segunda parte del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha- dijo casi escupiendo las palabras.
-¿En serio?
-¿Acaso ves que me ría? " (pág. 35)
" A Cervantes le empezó a temblar la voz.
-Los tiempos están cambiando- continuó- Los genios se pierden, el arte se manufactura, los hay que pintan en talleres donde cada lienzo lleva el sello de seis o siete manos, los hay que escriben obras en serie. Tengo yo un montón de comedias que los autores no las quieren ni regaladas, son lentas, me dicen, a la antigua usanza, eso a público ya no le gusta. ¿ Desde cuando el público ha de ser juez de los poetas? Al público hay que enseñarle lo que es bueno e instruirlo para que lo aprecie,...."